Creo que ya es hora de que os hable un poco de mi profesión: la educación ambiental.
Muchas veces intento aprovechar los deberes que me ponen los profesores para después hacer algún post (si hijos/as sí, tengo deberes porque como algunos sabéis he vuelto al instituto… y si, jeje, también tengo recreo, exámenes parciales, finales, aquello de la evaluación continua que yo creía ya tan lejano en el tiempo…, nunca se sabe en lo que una puede acabar).
En esta ocasión el profesor de inglés nos ha propuesto hacer un “Speech” de 5 minutinos sobre un tema que nos interese y…¡cómo no! yo he elegido la educación ambiental.
Es mi gran pasión y creo, sin falta de presumir, que tengo gran vocación, con esto no digo que lo haga ni bien ni mal, sino sólo que es lo que realmente me gusta. También os confieso que sin esta vocación no sería posible resistir mucho tiempo en este oficio, porque está mal pagado, apenas se tiene claro de qué va y por supuesto es de las profesiones que más se han visto tocadas con los recortes. Ya sabéis, es que el medio ambiente…¡¡no es importante!! Y si le unimos la educación….¡¡pues para que os voy a contar!!
Cuando empecé allá por el año 2004, todo el mundo de mi entorno me preguntaba: “¿Educación ambiental? ¿Qué hacéis, manualidades? ¿Qué llevas a la gente a pasear al monte? ¿Qué hacéis gymkanas?” Pues si gente, hacemos eso y muuuuuchoooo más.